"Somos esa hoja caída del árbol que en cada suspiro viaja a la deriva de su brisa, dando tantos giros en el camino como sople nuestro sentimiento, mientras la necedad y marchitamiento ceden al exacerbado uso de razón. Cuando nos dominan los pensamientos somos tan férreos como nuestro carácter, y un corazón necesita de abrigo para vivir, no una caja fuerte donde encerrarse hasta encontrar un buen propietario para prestarlo en un beso".