Lejos de las distopías tan de moda en la literatura juvenil actual, esta obra sitúa al lector en el entorno real de la Segunda Guerra Mundial que asoló Europa a mediados del siglo pasado. Un relato escrito con rigor literario y muy bien construido, compuesto de pequeñas historias que se van intercalando en una progresión temporal que no evita acontecimientos y fechas decisivas, pero deja el mayor protagonismo a las historias humanas. Niños y jóvenes de los diferentes países afectados permiten al lector ponerse en su piel para sentir con ellos ese festín de la muerte al que conducen absurdamente todas las guerras. Premio de literatura juvenil Gran Angular 2012.