FALCÓN, AIDA ELIZABETH / DE LA PRADA, SANDRA
Los veranos en La Habana son muy calurosos y sofocantes, por eso en casa de Dorita dormían con las puertas de los balcones abiertas para que la brisa que venía del mar recorriera habitación tras habitación, invadiera todo y refrescara las blanquísimas sábanas de algodón.