El cuerpo sin vida de Ötzi yace entre los riscos de los Alpes. Han pasado diez años desde que fuera asesinado por la espalda y cinco desde que su hijo limpiara su nombre con sangre. Sin embargo, algo impide que el espíritu del guerrero abandone su carcasa mortal. Algo que sucedió diez inviernos atrás y que corroe su alma desde entonces.