En primavera de 2003, un bombardeo estadounidense arrasó el zoológico de Bagdad, la capital de Irak. Zill y su manada podrían haber muerto, pero no. El ataque los liberó. Así pues, estos leones recorrieron las calles de una ciudad convertida en ruinas en busca de la supervivencia, pero el camino no sería en absoluto sencillo. Si los hombres habían sido crueles con ellos, lo eran aún más los unos con los otros.