Sonja vivió en un mundo salvaje durante una época más bien incivilizada, un mundo regido por los hombres y gobernado por el acero. La llamaban Red Sonja, o Sonja la Roja, por ese pelo del color de las llamas y por su ardiente orgullo, que le confería una habilidad con la espada que pocos hombres podían igualar, una habilidad sobre la que ninguno consiguió imponerse.