Las murder ballads tienen un lugar propio en la música «roots» americana desde hace décadas. Estas canciones tradicionales tratan sobre crímenes (reales o no) y otros acontecimientos horribles. Son historias crudas llenas de amores no correspondidos, traiciones, vida y muerte. La estructura de las baladas viene de la tradición anglosajona, en la que las historias se transmitían oralmente entre una población que por lo general era analfabeta. Artistas como Nick Cave y Steve Earle todavía mantienen vivo el género.
Erik Kriek se inspiró en cinco murder ballads nuevas y antiguas, y las usó como punto de partida para cinco historias gráficas extraordinarias y despiadadas. En las profundidades oscuras de los bosques de abetos de América del Norte ocurren cosas que la luz del día no puede ver...