“Pensaba que conocía esta ciudad como la palma de mi mano. Pero me equivocaba. No importa las veces que la visites o los años que vivas en ella, Barcelona nunca es la misma. Trabajo como policía en uno de los barrios más conflictivos de París, sé mejor que nadie que las ciudades y sus habitantes tienen mil caras. Pero Barcelona es única. Recorres sus calles y sientes bajo tus pies cada capa de su historia, cada estrato. Y cuando digo “historia”, no hablo de nostalgia o melancolía, sino de peligro. Un peligro real y latente”.